Por todos lados hay innumerables manifestaciones por el agua. En este día se expresan diversas formas de comprender al agua y a la naturaleza. Hay marchas y conferencias, manifiestos y diálogos. Quizá lo característico es que transitamos por una época de creciente defensa del agua y de la naturaleza, porque nunca como ahora enfrentan tanta destrucción.
Nadie duda que el agua es simple y llanamente vital y es, “la fuerza motriz de toda la naturaleza”, como diría Da Vinci. Por estas características mágicas o extraordinarias, nos convoca con inconmensurable poder y también está en disputa, lo cual de alguna manera explica que los mayores conflictos son por el agua en muchas áreas del mundo rural.
La presión crece en todo el planeta. Con el modelo de desarrollo vigente necesitamos más agua que antes. La demanda energética va en un ascenso incontenible, más agua se canaliza para generar hidroelectricidad y biocombustibles, para el crecimiento industrial, de los servicios y de la agricultura. Del uso consuntivo de agua en el Ecuador, la agricultura lleva la mayor proporción, para allá va no menos del 80%. Ahora cerca del 20% de la superficie cultivada es con riego. Todas las exportaciones agropecuarias generadas dentro de la empresa se producen con riego, a diferencia de lo que ocurría hace pocas décadas atrás. Todavía sólo una parte de la población accede a agua de buena calidad y en cantidades suficientes.
Cuando el ojo de agua o el pozo se seca nos damos cuenta de la importancia del páramo y de los bosques protectores. En amplias zonas de la Costa hacíamos buena agricultura de temporal todo el año hasta hace dos o tres décadas atrás, ahora se necesita riego en meses de “verano”. Botamos al suelo a diestra y siniestra nuestro bosque húmedo tropical y prendimos fuego. Algo similar puede ocurrirnos en la Amazonía sino abandonamos el modelo de depredador imperante.
Antonio Gaybor
Consorcio CAMAREN